Donde el deseo
osa fijar el norte de los ojos...
Hablamos de pocas cosas. De mi vida y la de él, de la familia y de la poesía y su realidad.
Después, se produjo un momento especial, emotivo, en el que el silencio tenía la palabra. Y así, en medio de ese silencio, intercambiamos libros.
Y él siguió hablando, con su palabra suave y serena, dando la sensación de estar en permanente contemplación de la vida, de los seres que lo rodean y de los que viven en sus recuerdos.
Dijo, con la mirada perdida en la costa que entraba sin pudores por su ventana
“La poesía, si no fuera el lugar donde el deseo osa fijar el norte de los ojos, sería la más innecesaria de las ocupaciones”.
Eugenio de Andrade.
Me encontré con Sousa Braga en el café Calipso...
Después, se produjo un momento especial, emotivo, en el que el silencio tenía la palabra. Y así, en medio de ese silencio, intercambiamos libros.
Y él siguió hablando, con su palabra suave y serena, dando la sensación de estar en permanente contemplación de la vida, de los seres que lo rodean y de los que viven en sus recuerdos.
Dijo, con la mirada perdida en la costa que entraba sin pudores por su ventana
“La poesía, si no fuera el lugar donde el deseo osa fijar el norte de los ojos, sería la más innecesaria de las ocupaciones”.
Eugenio de Andrade.
Me encontré con Sousa Braga en el café Calipso...