La inexistencia es hueca como las máscaras y su visión es
lívida, pero tú oyes el grito de las madres del agua y acaricias
los ojos que vieron la inexistencia.
lívida, pero tú oyes el grito de las madres del agua y acaricias
los ojos que vieron la inexistencia.
Entra otra vez en las alcobas blancas.
Grandes son las jarras de la tristeza en las manos mortales.
Entra otra vez en las alcobas blancas.
FOTOGRAFÍAS EVA RUBISTEIN.
Ha venido tu lengua; está en mi boca
como una fruta en la melancolía.
Ten piedad en mi boca: liba, lame,
amor mío, la sombra.
Antonio Gamoneda.