Un mundo dentro de otro.
Por otro lado, "una buena metáfora encierra una percepción intuitiva de la semejanza de las cosas que no son similares" (Aristóteles, 1459 a Cristo.)
Las metáforas generan relaciones por la fascinación de reconocer el sí mismo en el otro, por la curiosidad de soltarte a sus diferentes lecturas, por la necesidad de crear mundos también como espectadores y esto lleva a la práctica de una historia nueva en cada lectura.
Éstas no tienen un sentido racional, sino que sugieren una lectura desde la intuición, de la imaginación y la sensibilidad; se expresan a través de un significado abierto y ejercen una vocación de obra inconclusa. Tienen algo que no muestran, no para ser comprendidas sino para generar un diálogo con lo observado, ejercen una atracción porque encierran nuevas lecturas, nuevas visiones y porque al descifrarlas las hacemos nuestras.